HÉROES DEL BRILLO
Héroes del brillo

 Son unos tres mil lustrabotas los que diariamente salen a las calles de La Paz y la ciudad de El Alto en busca de clientes. Hay de todas la edades y en los últimos años se han convertido en un fenómeno social único en la capital boliviana.

Lo que caracteriza a esta tribu urbana es el uso del pasamontañas para no ser reconocidos por personas de su entorno. La discriminación por la que atraviesan es enfrentada con estas máscaras. En su barrio no saben que se dedican a esta tarea, en la escuela lo ocultan e incluso sus propias familias creen que tienen un oficio distinto cuando bajan desde El Alto al centro de la ciudad.

La máscara es su identidad más fuerte, que los invisibiliza al mismo tiempo que los une. Este anonimato colectivo los hace fuertes frente al resto de la sociedad y es su resistencia contra la exclusión sufrida por realizar este trabajo. 

Durante tres años colaboré con los sesenta lustrabotas nucleados en la ONG “Hormigón Armado”, planificando escenas en talleres participativos de comic y storyboards, incorporando los elementos locales de la urbanidad de El Alto y realizando sesiones fotográficas donde ellos son los co-autores de un fotolibro callejero para luchar contra la discriminación social.

El proyecto:

Durante los últimos tres años, el artista uruguayo Federico Estol ha colaborado ampliamente con un grupo de lustrabotas asociados a la organización social Hormigón Armado. Esta organización se creó con el objetivo de apoyar 
a los lustrabotas.

Hace dieciséis años, Hormigón Armado lanzó un periódico. Actualmente, se venden 6000 ejemplares al mes, y los ingresos proporcionan ingresos adicionales a casi 60 familias de lustrabotas. Estol inició un proyecto para crear una edición especial de este periódico a través de un taller participativo. Este proceso invitó a los lustrabotas a reimaginar su historia de formas nuevas y creativas.

Basándose en el lenguaje visual de los cómics y las novelas gráficas, e integrando elementos de la vida cotidiana en El Alto, la narrativa resultante retrató a los lustrabotas no como marginados, sino como superhéroes urbanos que responden a la inquebrantable demanda local de calzado lustrado.

Inicialmente, el grupo empleó un enfoque documental, pero resultó inviable debido a las connotaciones negativas asociadas con los pasamontañas que llevaban los lustrabotas. Cuando se exhibieron las imágenes, los ciudadanos bolivianos seguían considerando a los lustrabotas como peligrosos.

Durante el primer año sobre el terreno, el grupo pasó a utilizar la ficción para evitar enfatizar la discriminación contra la que luchaban. Los limpiabotas compartían características con los superhéroes: llevaban máscaras para ocultar su identidad, utilizaban herramientas especiales, tenían un refugio o búnker común y defendían un carácter de ayuda justa limpiando los zapatos de los ciudadanos.

En última instancia, la fotografía con una narrativa ficcional resultó mucho más eficaz para transformar las actitudes discriminatorias que un enfoque documental de la realidad.